Continuamos nuestra exploración de la actualidad del turismo frente a la pandemia de la covid-19 en «Conversaciones en Habitación 61», un proyecto de divulgación de Sextaplanta en el que, mediante entrevistas con investigadores y profesionales del sector, tratamos de despejar, en la medida de nuestras posibilidades, los nubarrones negros que se ciernen sobre la industria turística española y mundial debido al parón seco que la crisis vírica ha propinado al sector.
Alcanzamos la tercera edición de nuestras conversaciones con Ángel Otero, director de desarrollo de negocios para España de Vacasa. Por lo tanto, de nuevo ponemos el foco en la empresa privada, en este caso una de las grandes corporaciones de distribución de alquiler vacacional a nivel mundial.
Desde esta perspectiva global, Otero se muestra optimista, aunque no deja de reconocer las enormes dificultades que a corto plazo amenazan al sector. Aún así, a pesar de todo, lanza un mensaje de gran potencia: «El turismo es más fuerte de lo que parece».
Subraya que en ese corto plazo es posible que la privacidad que proporciona el alquiler vacacional le ofrezca cierta ventaja frente a los hoteles, pero que una vez superada la crisis, la situación acabará de nuevo por equilibrarse.
Con respecto a cómo piensa que se comportarán los canales de distribución, afirma que «después de la crisis no van a variar tanto. Es decir, tenemos que tener en cuenta que el turismo, pese a lo que muchas veces creemos, es más fuerte de lo que parece. El mundo ha vivido diversas crisis globales, dos grandes guerras en el siglo XX, también una pandemia, y siempre vuelve el turismo. Quizá a corto plazo es muy sensible a cualquier situación geopolítica, cualquier conflicto. Lo vimos en las primaveras árabes, cuyo efecto benefició a las Canarias como destino, pero en cuanto la situación se ha normalizado en lugares como Túnez o Egipto han vuelto los turistas. Tenemos muy poca memoria, y eso es bueno, porque hace que se regeneren los destinos turísticos.»
La incertidumbre quizá sea el gran hándicap al que nos tenemos que enfrentar. La imposibilidad de saber cómo va a ir evolucionando la pandemia o cómo va a ser la tan ansiada desescalada, más allá de lógicamente se trate de un proceso lento y gradual. Lo que sí parece tener claro Otero, que muestra un optimismo sereno y realista, muy necesario en estos días, es que «a nivel de la distribución o del turismo en general, el coronavirus no va a marcar un antes y un después. Quizás cambien nuestras costumbres individuales a la hora de desplazarnos, a la hora de relacionarnos con los destinos, pero la distribución en sí no creo que se modifique mucho, no creo que la gente deje de viajar.»