Es habitual que en periodos de alta demanda turística como la Feria de Abril, Semana Santa o el verano, oigamos en prensa que ha habido una alta ocupación hotelera como referencia a una buena política turística.
Desgraciadamente, esta es una práctica que lleva usándose desde hace años y probablemente sea debido al desconocimiento que todavía hay de turismo en política.
La ocupación hotelera es un indicador simple, que solo muestra cuántas habitaciones hay ocupadas en un hotel o conjunto de hoteles.
En este vídeo quiero plantear si la ocupación hotelera sigue siendo un indicador útil para gestionar destinos turísticos. En el vídeo planteo la necesidad, para un destino de incorporar otros indicadores que hagan referencia a cuestiones como al clima laboral de los profesionales del turismo, niveles de salario o cómo recibe el residente la afluencia de turistas en eventos de alta demanda.
Estos indicadores no solo ofrecerán una información de volumen sino también de calidad, especialmente sobre si el turismo deja riqueza y aporta valor a la calidad de vida de los residentes en el destino. Un indicador simple como la ocupación hotelera puede estar ofreciendo una información contradictoria. Pongamos por ejemplo el caso de que una ciudad haya alcanzado cotas del 90% o 100% de ocupación, es un dato positivo para las empresas, sin embargo si ese dato significa rebasar los niveles de carga del destino podríamos estar en una situación de saturación de servicios públicos, restaurantes u otros servicios y ofrecer una mala calidad a visitantes y residentes.
Si la ocupación hotelera significa rebasar los niveles de carga del destino podríamos estar en una situación de saturación en el destino.
Es por ello que debemos plantearnos si es útil la ocupación hotelera como indicador de gestión de destinos.